Siempre que paseo por la calle al atardecer la recuerdo, Elisabeth, tan dulce e inocente oliendo las rosas de aquella terraza mientras el sol la bañaba. A veces incluso me parece escucharla tocar el piano en la lejanía.
Recuerdo su sueño de abrir una floristería y una perfumería en el barrio. Recuerdo mirar al horizonte y soñar que ella estaría siempre conmigo...
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