domingo, 7 de abril de 2013

El plan perfecto

Matar al hachonero y robarle el traje había sido lo más fácil. Por supuesto lo modificó a su antojo, aquellos disfracen eran horribles y necesitaban un toque macarra, aunque levantara sospechas por ir diferente a los demás. Sus compañeros también ocuparon sus puestos, ocultos ante los ojos de todos.


La niña secuestrada estaba encerrada en la enorme escultura de sardina que quemarían al terminar el desfile. Los fuegos artificiales ahogarían sus gritos. Sería demasiado tarde para ella cuando alguien la descubriera, y ese maldito grupo de héroes quedaría en evidencia delante de toda la ciudad.

Si todo marchaba bien, su jefe lo recompensaría con creces...

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