Había soñado tantas veces con ir a Nueva York que cada vez viajaba allí con más frecuencia cada vez que iba a dormir.
Realmente los monumentos o las compras no eran importantes en esos sueños, aunque de ir allí alguna vez no se negaría a ellos, como buena turista que era. No, lo importante en esos sueños era la sensación.
Una sensación que iba más allá de los sentidos, una sensación de verse perdida en una ciudad desconocida, una sensación, de luz, humo, ruidos y colores. De descubrir nuevos rincones al girar cada esquina, al salir de la parada del metro, al entrar en cada tienda. La sensación de formar parte de la ciudad, de todos y cada uno de sus habitantes.
La sensación de encontrarse así misma en mitad de todo ese caos...
...Y la mala sensación de despertar.
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"...Y los sueños, sueños son."